Un Big Bang para abrir los Paralímpicos

Dos horas antes de que diera comienzo el espectáculo, el Estadio Olímpico de Stratford ya bailaba al son de la música ambiente. Se inició la ola y la espera se convirtió en otra fiesta. La expectación era máxima, pues los rumores de que aparecería en escena Stephen Hawking aumentaron con el paso de los minutos.

No fue un rumor, y la ceremonia inaugural de los decimocuartos Juegos Paralímpicos de la historia tuvo un maestro de ceremonias de excepción. Bajo el satélite lunar, el brillante científico reivindicó la superación física y mental para mejorar la vida de los humanos.

Junto a él, el actor Ian McKellen interpretó a Próspero, protagonista de «La Tempestad», obra de Shakespeare, símbolo inglés que bailó a ritmo de Rihanna y su canción «Umbrella». Y muchos paraguas protagonizaron el espectáculo, porque este invento no podía nacer en otro lugar que no fuera la ciudad de la lluvia. Sin embargo, no hubo gotas que aguaran la fiesta y sí átomos de hidrógeno que se deshacían al tocarlos, fórmulas matemáticas que surcaban las gradas, manzanas que iluminaron la mente de Newton. Instantes de inspiración de seres humanos que mejoraron la vida de los seres humanos.

La ciencia como impulsor de mejoras tecnológicas y espíritu de superación para hacer que la vida sea más llevadera para todos. «Mirad las estrellas, no vuestros pies. Intentad darle sentido a todo cuanto veis, y maravillaos de lo que hace que el universo exista. Sed curiosos», aconsejó Hawking mientras miles de flashes contemplaban atónitos el abrir de un ojo, un párpado que se abrió para que se creara el hemisferio norte. En su cima, Miranda, hija de Próspero en «La Tempestad».

La Reina, sin paracaídas
En medio de la fiesta, el momento más solemne, el que más unió a los asistentes locales. La Reina de Inglaterra, que no llegó esta vez en paracaídas, saludó a los asistentes mientras la bandera británica hizo acto de presencia. Custodiada por elegantes representantes de los ejércitos británicos se izó mientras el himno levantó a ochenta mil personas de sus asientos.

Y después, la fiesta de los deportistas. Uno a uno fueron desfilando los 164 países que participarán a partir de mañana en los once días de espíritu paralímpico de Londres 2012. La delegación española, con una brillante y sonriente Teresa Perales al frente, mostró su orgullo con saludos, gritos y emoción.

«Es vuestro momento», les repetían durante estos días previos. Lo fue. Es su momento, es su fiesta y el Estadio Olímpico les brindó el homenaje que merecen. Homenaje por su orgullo, el que solo puede ofrecer quien lo da todo por nada, a quien la ley de la gravedad le tira cien veces y cien se levanta.

Próspero regresó para conducir a su hija hacia nuevas sendas. Un telescopio, la manzana de Newton y el sistema solar la ayudaron a encontrarlo en un bosque de libros, palabras y letras que conformaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Los fuegos artificiales acompañaron la división del hemisferio norte, Miranda por fin encontró su destino, el cielo. Y desde allí bajó la antorcha. El marine Joe Townsend, que espera acudir a los próximos Juegos en Río fue el héroe volador que depositó la llama en manos de Margaret Maughan, primera medallista paralímpica oficial, iluminara el pebetero que alumbrará a los deportistas a partir de hoy y hasta el próximo 9 de septiembre.

Y de Hawking fue el último suspiro: «Los Paralímpicos han transformado nuestra percepción del mundo. La creatividad puede tomar muchas formas».

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