THE COVE

Tengo dos horas antes de irme a clase y no sé qué película elegir. Así que el ratón decide. Nota mental: dejar que elija él más veces.

Ya desde los títulos de crédito intuyo que la película me va a gustar mucho. Y eso que los delfines no es que me apasionen, pero creo que va a merecer la pena. Para quien no sepa nada de la cinta, THE COVE es un documental que trata de llamar la atención pública sobre la cruel matanza de delfines (porque sí, porque yo lo valgo) en un pueblo de Japón.
Al estilo de un thriller muy buen hilado, el documental nos expone a los protagonistas como si de una lista de «los más buscados» se tratara. O como el director mismo expresa, como los elegidos por Danny Ocean para llevar a cabo el mayor robo del a historia. Poco le falta. Desde el principal artífice de toda la cinta a todos los que van a participar en la empresa.

Destaco una de las frases que recordaré siempre y que nos vendría muy bien tener en cuenta: «Nunca dependamos de los gobiernos para solucionar las cosas importantes». Y lo demostrará el director del documental poco más adelante.

Las imágenes que muestra la belleza de los delfines en libertad, nadando, saltando, compartiendo caricias con los buceadores o salvando la vida de algún surfero, choca brutalmente con la «sonrisa fingida» que exhiben en los acuarios y, obviamente, con las imágenes que nos llegan de sus últimos momentos de vida. Y eso que lo que aparece en imágenes no es todo lo que había grabado, pero nos podemos hacer una idea muy precisa de lo que allí acontece.

El que fuera entrenador de los protagonistas de Flipper, entiende, más tarde de lo que hubiera deseado, que todo lo que ha conseguido es atraer la atención del público a unos seres que, sin duda, son mucho más inteligentes que nosotros. Y que nosotros, todo lo que tocamos se convierte en… muerte. El arduo camino de redención que atraviesa se muestra en su rostro, sus ojos, su mirada perdida en el pasado que nunca evitó, sus manos rugosas del agua y del arrepentimiento, las ganas de cambiar el futuro de quienes le hicieron rico. Impagable su mirada mientras describe la muerte de Cathy, la primera protagonista de la serie que le permitió costearse un Porsche cada año.

Una película que me ha hecho sufrir de lo lindo. Tanto en el plano emocional como en el más visceral. Los gritos de socorro de los delfines, el silencio que atrapa a todos los integrantes de la aventura, las lágrimas de la buceadora en su primera visita a la cala que se contraponen con las risas de los pescadores japoneses. Las lágrimas se me agolpaban en los ojos y las náuseas en el estómago. Hacía muchísimo que no me sucedía con una película.

La cala, el camino vallado, los letreros de peligro y los carceleros me recordaban a los campos de exterminio nazis. Y los delfines acudían presas del pánico, del estrés, como lo hicieran los judíos en su día. Y la misma mala leche se me ha concentrado en el estómago. Tanto, que pensaba ver una película que se pudiera ver en dos partes, para poder comer entre medio, y ni siquiera me he dado cuenta de la hora hasta pasados diez minutos después de que la pantalla se tornara en negro.
Las injusticias, la compra del silencio, las mentiras sociales en relación a la carne de delfín, las risas del japonés en la conferencia, los huevos del entrenador entrando con la pantalla y mostrando al mundo lo que un mundo trata de ocultar y lo que el resto desconoce, incluso en el propio Japón. Todo eso en un thriller que esconde un documental. Un thriller con muchas más dosis de tensión, agobio y nerviosismo que muchos films que nos han llegado en los últimos tiempos con esa etiqueta. Un documental que me ha sacado del ensueño y me ha consumido por dentro. Atención a la cara del secretario de Pesca japonés mientras le muestran el video de la matanza sin cuchillo que mata al instante, sino con arpón del que duele y llega de la piel del delfín a la del espectador.

Aún acumulo tanta rabia que no sé ni cómo terminar esto. Sólo me queda poner un post en Facebook y tratar de que todo el mundo a mi alrededor vea la película.

F: 4  B: 7

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