Paso a paso, la selección de balonmano acumula buen juego y mejores sensaciones. El de ayer, contra Hungría, fue además un salto de calidad ante una de los más fuertes equipos del grupo. Un examen que los de Valero Rivera superaron con nota gracias a una defensa y a un Sterbik que secó los ataques rivales. España suma dos puntos más y la confianza suficiente para que mañana, ante Croacia (19.00 horas, TDP), el objetivo de ser primeras de grupo no sea tan irreal.
Se enfrentaban dos candidatos al título, preparados para ofrecer su mejor versión porque los octavos se definen
ahora. No defraudaron. Tan frenético comenzó el partido que antes del primer minuto ya había tres goles en el marcador. Hungría comenzó muy fuerte, consciente de que debía llevar el partido hacia el contacto, la rapidez y la zurda de Nagy. Lo cumplió. Y España, que salió con demasiadas ganas, tuvo que luchar contra corriente porque no había huecos y la ventaja de dos goles que tomó el rival fue casi insalvable en la primera mitad.
Pero en cuanto Sterbik surgió imperial bajo los palos y el equipo se encontró con una grada entregada, capitaneada por el Príncipe Felipe, la victoria se hizo cada vez más real. Sarmiento y Rocas, desde los extremos, impusieron el empate justo antes del descanso. España terminó de creérselo y fue la dueña de la segunda mitad. La defensa mixta, con un Ariño anulando los 2.08 de Nagy, y la inclusión de Ruesga, Montoro y Antonio García, contribuyeron no solo frenar el ataque húngaro, sino también su táctica y sus ideas.
Espoleados por una afición que coreó el nombre del casi siempre impasible Sterbik una docena de veces, los de Valero Rivera aprovecharon el bajón del rival y no escatimaron esfuerzos para lograr un parcial que hizo inútil la vuelta a la pista de Nagy. España está preparada para Croacia. Un empate vale para ser primeros, pero el equipo puede y sueña con más.
Sterbik: «Contra Croacia, la concentración en defensa será clave»
España juega hoy (19.00h, TDP) el último partido de la fase preliminar del Mundial ante Croacia, duelo trascendental porque la selección de Valero Rivera se juega terminar como primera de su grupo. El empate valdría para cruzarse en octavos con el cuarto clasificado del grupo C y evitar a Francia en cuartos de final, pero los «hispanos» quieren brindar a la afición una victoria en la Caja Mágica. Un encuentro en el que tendrá mucho que decir el guardameta Arpad Sterbik. Camina por el hotel con aire despistado y con un aura de calma a su alrededor. Se dirige a por hielo para ponerse en la rodilla y deja caer sus dos metros de altura y 119 kilos en el sofá mientras se ajusta la rodillera. «Nada grave, cosas de la edad. El cuerpo, que empieza a estar ya mayor», sonríe. Sin embargo, Arpad Sterbik (Yugoslavia, 20 de noviembre de 1979) está en su mejor momento. Lo demostró el jueves ante Hungría. Sus dieciséis intervenciones providenciales desarmaron el ataque rival y le valieron el premio al Mejor Jugador del Partido. La importantísima victoria ante los húngaros (22-28) se cimentó en sus manos, grandes, poderosas y experimentadas.
—La selección ha subido mucho el nivel desde los primeros encuentros.
—Siempre se crece contra equipos más serios y que te ponen más dificultades. Sabíamos que para jugar contra Hungría teníamos que arreglar la defensa y los espacios. Contra Argelia y Egipto, al ser equipos africanos, era más difícil saber cómo teníamos que hacer las cosas porque juegan otro tipo de balonmano. También los australianos. Necesitábamos un partido contra un equipo europeo para saber realmente
en qué nivel estábamos.
—¿Todavía hay que mejorar?
—Sí. Contra Hungría salimos con muchas ganas y nos costó muchos errores en defensa. Y nos queda el rival
más difícil.
—Croacia…
—Siempre está luchando por todo. Son muy fuertes, grandes y es muy difícil jugar seis contra seis. Hay que estar concentrados en defensa y hacer goles fácil. Es muy importante ganarles para ser primeros y evitar los equipos más duros hasta el final.
—¿Habrá más presión mañana?
—No, tampoco es eso. Hay que intentar dar todo y ver dónde llegamos. Si damos todo y al final quedamos octavos que no pueda decir nadie que no luchamos a tope.
— ¿Impresiona tener a Nagy, a Karabatic o a Cupic a punto de lanzar?
—Se te pasan muchas cosas por la cabeza. Hay un montón de situaciones que tienes que tener en cuenta: cuál es la posición del contrario, qué posibilidades tiene de lanzar, cómo está tu defensa, hacia dónde podría ir el rebote, y elegir. Se hace la portería muy grande, pero si la defensa están bien es mucho más fácil para nosotros.
—Usted es portero por tradición familiar.
—Sí, vengo de una familia que siempre jugó al balonmano. Mi padre jugó, y mi abuelo. Yo solo seguí el camino
de ellos.
—Debutó con la selección española en 2009, ¿se siente mejor portero ahora?
—Creo que sí, que con la experiencia que tengo, sí he ganado. Es diferente ser portero a jugar en otra posición, por el desgaste físico puedes aguantar más años. Pero te ayuda mucho la experiencia, piensas mucho más, tienes más control de la situación y del espacio. Has pasado por mundiales, ligas… ya has parado mucho.