Miro por la ventana y me parece estar en otro tiempo y en otro lugar. Todo el paisaje está blanco, pero voy en manga corta, así que algo raro pasa en la calle. Salgo a la terraza y miles de pequeñas semillas blancas revolotean a mi alrededor. Por un momento pensé que estaba nevando, en un día de pleno verano.
Hubiera sido bonito.
Salgo a la calle. Las semillas siguen envolviéndome y, para mi suerte, respiro hondo sin ningún atisbo de alergia. El parque me parece más espectacular que ayer, pero quizá es sólo que sigo esperando que de verdad esté nevando en verano. Un niño se me acerca en bicicleta y me gustaría irme con él, como la canción de Serrat, pero sólo se choca contra mi pie, me mira y sonríe. Me enseña una piruleta y me la da. No suelo aceptar nada de desconocidos, pero es una piruleta de fresa y hoy, por ahora, el mundo y yo nos estamos llevando bien.
Desenvuelvo el papel y en las letras del interior leo: Oh, sigue buscando. No sé el qué debo seguir buscando, pero es lo que tiene la vida, que nunca paras de buscar algo que no sabes qué es.
Hubiera sido bonito encontrarlo.
Hoy no me duele la cabeza, por eso quizá el día está siendo realmente bueno. Me pongo a correr y el sol me sonríe. No busco nada más, un día apacible, tiempo para correr, leer, pasear, un té bien frío que no sea Hornimans, quizá un poco de piano, ese que imagino que tengo aquí, una charla con los amigos, una película y sus cañas de después para hacer que la comentamos, mientras sólo nos reímos de la vida sin pensar en nada más, sólo disfrutando de la compañía.
Es bonito pensar que quizá sí lo he encontrado.
La nieve sigue cayendo por el parque y limpia el día dejándolo blanco, todo por construir.
F: 4 B: 7